Me he pasado a Mandrake

Nunca pensé que ocurriera, pero ocurrió. Así que mi primera entrada en mi diario será una especie de desahogo personal en el que me justifique ante este cambio tan drástico de distribución.

Decir que mi distro anterior era Debian, desde el año 97. Antes había probado Slackware, Debian, Red Hat y de nuevo Debian, ya de manera definitiva hasta ahora.

La primera en la frente

Hace un par de años aproximadamente, instalé una Mandrake por primera vez. No para mí, sino para mi sobrino. Quería introducirle en Linux por medio de una distribución que tenía fama de ser fácil de instalar, configurar y utilizar para el usuario novato. Tengo que confesar que la instalación de aquella versión de Mandrake me encantó. Nada que ver con la Debian a la que estaba acostumbrado. Con una facilidad pasmosa mi sobrino acabó con una Mandrake instalada, como suele decirse, "con la gorra".

Pero, siempre hay un pero, luego vino la parte negativa. Ésta llegó cuando hubo que instalar programas específicos como un messenger, un eDonkey y similares que mi sobrino me demandaba. Mi total desconocimiento de Mandrake y su herramienta urpmi, el no saber cómo configurar los repositorios y sobre todo, el sentirme perdido en el sentido de no saber dónde estaban las cosas (algo que en Debian tenía, como es lógico, controlado tras tantos años usando dicha distribución) hicieron que la simple instalación de algún programa acabara en una odisea de búsqueda en rpmfind para acabar instalando probablemente la versión equivocada.

Por alguna razón, terminé comprándole la PowerPack Edition y reinstalando todo desde cero. La diferencia con respecto a la download edition fue brutal. Drivers, plugins y programas similares quedaron instalados sin esfuerzo, el sistema estable y mi sobrino muy contento con su Mandrake.

Entonces fue cuando me lo pensé por primera vez: ¿por qué no me pongo yo una Mandrake? Tras sopesarlo decidí seguir con lo que ya me era familiar: mi Debian. Por si fuera poco, el mantenimiento de la Mandrake de mi sobrino resultó ser una especie de pesadilla para mí. Sin conocer una distribución (sea cual sea ésta) es muy difícil hacer cualquier cosa. Mi sobrino se fue alejando poco a poco de Linux y yo me fui olvidando de aventuras con Mandrake. En este primer asalto, Debian fue la ganadora.

A la segunda no va la vencida

Los antecedentes

Hasta finales de este verano del año 2004, nada hacía presagiar el cambio que estaba por venir. Y la cosa empezó por la tontería más simple que uno pueda imaginar. Es habitual que los ratones me duren no más de un año, normalmente mucho menos, seis meses o así. Así que mi ratón se rompió. Al principio comenzó a convertir los clics en dobles clics, de manera aleatoria, y acabó cobrando vida propia y moviéndo el cursor a su libre albedrío por la pantalla. Hora de comprar un nuevo ratón, ya según la costumbre. Suelo, dada mi predisposición a romperlos con tanta facilidad, pedir el ratón más barato que tengan en la tienda, con tal de que tenga tres botones y una rueda.

Llego con mi nuevo ratón, desenchufo el viejo, enchufo el nuevo y arranco la Debian. El ratón se mueve erráticamente. De momento no cunde el pánico. Entro en modo texto y edito el XF86Config, ya que tiene pinta de ser un tema del tipo de ratón. Finalmente doy con el tipo correcto y el ratón funciona correctamente excepto la rueda. Tras probar con todos los tipos posibles soportados por XFree86, soy incapaz de hacer funcionar la rueda del ratón.

Al principio pensé que había comprado un ratón que no era del todo compatible con Linux e incluso estaba pensando en volver por la tienda a cambiarlo. Pero se me ocurrió probar con una Knoppix y ¡sorpresa! el ratón (rueda incluida) funcionó a la primera sin necesidad de hacer nada especial. Echando un ojo al fichero de configuración no tenía ninguna definición esotérica del ratón, simplemente lo esperado: ImPS/2.

Intenté actualizar el kernel y el XFree86 del Debian por un backport para la estable de las versiones testing. Tampoco funcionó. Lo cierto es que la versión de XFree86 de la Knoppix era todavía superior a la que tenía en Debian y el problema parecía claro que era un tema del driver del ratón en las X.

La crisis

Ahí empecé mi crisis de Debianita. En una primera fase de la crisis incluso me dediqué a hacerme un Linux from Scratch, con un entorno GNOME y todo, aprovechando una antigua partición que ya no utilizaba. Llevó tiempo pero mereció la pena por dos cosas: lo que se aprende y el comprobar la absoluta obsolescencia de la Debian estable con respecto a los programas que se estilan en estos tiempos.

Administrar y actualizar un Linux from Scratch no es tarea fácil, y lo desinstalé para poner en su lugar una Knoppix, instalada en disco, que al fin y al cabo no dejaba de ser una Debian. Al final también la quité. Tenía bastantes diferencias, en cuanto a ficheros de configuración se refiere con una Debian estándar.

Y así empezó mi particular "crisis de las distribuciones". Cayeron varias, SuSE, Mandrake (Community Edition 10.0), Fedora, Gentoo, ...para acabar con Mandrake (Community Edition 10.0) de nuevo (por cierto, en todas ellas la rueda del ratón funcionó a la primera...)

Acostumbrado a una distribución, cambiarse a otra no es tarea fácil. Requiere adaptación, aprender nuevas herramientas de administración, nuevos ficheros de configuración, nuevos trucos en definitiva. Cuando salió la Community Edition 10.1 me aventuré a hacer un upgrade. ¡Qué decepción! El sistema dejó de funcionar, no arrancaba el entorno gráfico, durante el encendido y el apagado no paraban de salir fallos... Tentado estuve de quitar Mandrake y actualizar la Debian a testing, en espera de la nueva release estable.

A la tercera sí va la vencida

Pero seguí adelante. Reinstalé Mandrake 10.0, esta vez la Official Edition y volví a configurar todo más o menos como estaba. Aprendí a usar el easy urpmi, a configurar mis repositorios, a manejar lo más básico del urpmi. Muchos de los consejos he de reconocer que los aprendí aquí, en BlogDRAKE, así que mucho tengo que agradecer a todos los que de una manera u otra me habéis ayudado a dar los primeros pasos.

Cuando salió la Official Edition 10.1 (y esta vez, tras un backup previo), volví a aventurarme a hacer un upgrade. En esta ocasión todo fue como la seda. Y llegado a este punto tomé la decisión de quedarme definitivamente con Mandrake, aunque con el propósito de utilizar Official Editions y no Community Editions. Espero seguir aprendiendo cosas por aquí y terminar dominando la Mandrake como lo hice con la Debian.

Fin, por el momento, de las "crisis de las distribuciones". Si Mandrake sigue enamorándome como lo está haciendo probablemente será el fin definitivo de dicha crisis. Y si al final, y de momento todo apunta a que sí, me acabo convirtiendo en un Mandrakero de los de verdad, seguramente me haré socio del club de Mandrake.

Despedida y cierre

Para terminar: borrar Debian me dio bastante pena. Es como cuando uno deja a una novia por otra que le acaba gustando más. Si algún Debianita lee esto, que no piense que desprecio Debian o algo por el estilo. Con Debian aprendí Linux y a Debian le debo mucho, pero uno va cumpliendo etapas y creo que ahora toca otra etapa que cumplir.

Y a los Mandrakeros, un saludo de un linuxero con solera pero que todavía anda un poco perdidillo en esta distribución. Espero aprender mucho por aquí.